VV.AA.
La mojiganga dramática. De la fiesta al teatro.
II. Edición

Ed. Catalina Buezo
2005, viii, 536 pp.
(Ediciones críticas 144)
ISBN: 978-3-937734-03-3
€ 88,-

 

A la hora de emprender una edición crítica del género “mojiganga dramática”, tarea a la que se dedica este volumen, además de delimitar la mojiganga dramática frente a los restantes géneros del teatro breve, cualquier antología del género quedaría incompleta si no incluyera alguna de las mojigangas dialogadas que se representaban en tablados ocasionales en las calles y que se reproducen en relaciones de fiestas. Lo mismo cabe decir acerca de los pliegos sueltos que llevan por título Letras de los villancicos y que recogen las mojigangas del ciclo navideño. Teniendo en cuenta la evolución del género de lo parateatral a lo propiamente dramático y no los espacios de la representación, así como las épocas del año en las que se producen tales escenificaciones, en este volumen se propone una clasificación que permite explicar piezas no propiamente dramáticas o entremeses cantados que son un claro anticipo del género. Se puede hablar de mojigangas parateatrales sin argumento y con argumento, y de mojigangas dramáticas para Carnaval, para Cuaresma, para Corpus, para Navidad y para fiestas regias. Por lo que respecta a la Noticia bibliográfica, se reproduce, en cada caso, lo apuntado en el estudio teórico de la autora, La mojiganga dramática. Historia y teoría I, donde se da el asiento bibliográfico completo de cada obra. Con el tiempo, la dimensión mojiganga desbordó los estrechos límites del género y acabó invadiendo el espacio del entremés barroco: la mojiganga entremesada es, a mediados de la centuria, la pieza dramática breve por excelencia que, generada en y para los salones regios, se representa asimismo en los corrales de comedias y en los tablados dispuestos para los autos del Corpus. De este modo, no sólo Calderón sino también otros dramaturgos que trabajan en la Corte, desde Suárez de Deza y Monteser hasta Agustín Moreto, Montenegro y Neira, Montero de Espinosa y Alonso de Ayala, pasando por Cáncer y León Merchante, escriben piezas de repertorio, para los corrales de comedias, y piezas concebidas expresamente –y así se indica en el subtítulo– para palacio y para Corpus que, en el segundo caso, inciden más en una puesta en escena con una coreografía extravagante que podía, en última instancia, llevarse a los corrales si el éxito de público lo hacía posible.