Calderón de la Barca
El divino Orfeo

Ed. Enrique Duarte.1999, 492 pp. Hardcover.
(Ediciones críticas 96)
(Calderón. Autos sacramentales completos 24)
ISBN: 978-3-931887-51-3
€ 53,-

 

Calderón escribió dos autos en los que la alegoría se basa en el mito de Orfeo y Eurídice. La primera versión, «El divino Orfeo», uno de los autos de juventud, probablemente fue escrita para las fiestas del Corpus de Toledo en 1634, la segunda versión, «El Divino Orfeo», data de 1663 y es mucho más elaborada. Como la versión de 1663 se transmitió en una versión autógrafa de la Biblioteca Municipal de Madrid, en este volumen se ofrecen las dos versiones, más el facsímil del autógrafo.
El mito de Orfeo se caracteriza sobre todo por su versatilidad. Concentrándose en la identificación y el contraste de las figuras de Cristo y Orfeo, Enrique Duarte traza brevemente los pasos de la cristianización que experimenta la figura de Orfeo en autores anteriores a Calderón, como p. ej. en Orígenes y en Clemente de Alejandría, la importancia que adquiere por medio de las «Metamorfosis» de Ovidio, en los siglos XII y XIII, y en otras fuentes literarias de inspiración, entre ellas Gracián, discurso LIX de «Agudeza y arte de ingenio», y la comedia «El marido más firme» de Lope. Para identificar a Orfeo con Jesucristo, Calderón aprovechará todos estos elementos, como son la voz, el poder que ejerce con su música, su carácter pacífico, el amor por su mujer, la bajada a los infiernos, y su instrumento que lleva en este viaje.
Un aspecto clave de «El Divino Orfeo» es la utilización de la música, que en Calderón no es simplemente decorativa, sino que tiene funciones concretas: a parte de relacionar el protagonista con la figura mitológica, el estilo recitativo sirve para caracterizar el discurso divino. En particular, en esta obra –que según Jack Sage se podría calificar como drama musical– música y armonía constituyen ideas esenciales que estructuran la primera parte del auto sacramental, la creación y la relacionan con el otro momento culminante del auto, la redención y vuelta a la armonía que se había roto con el pecado.
Las dos versiones presentan una de las alegorías más trabajadas y coherentes de todos los autos sacramentales de Calderón.